La poesía de Alejandro Mallada tiene garra, es original y si no nos creéis, aceptad el reto de leer estas páginas. Además es auténtica, realista y, a pesar de todos los golpes que a veces se reciben en la calle y en la vida, es una poesía que no se arrodilla y siempre permanece en pie.
Esa rebeldía con causa surgida de la esencia del barrio y de la periferia de la urbe, nos trae reminiscencias de otro poeta, maldito y consagrado, al que no hace falta ni nombrar. No obstante, los versos de Mallada gozan de una saludable identidad que, si no nos equivocamos, darán mucho que hablar.