Hay días felices y hoy es uno, porque por fin veo culminada esta obra en la que confluimos un número considerable de poetas tratando de acotar el territorio poético, a través de poemas, ponencias, reflexiones fugaces, visiones…
Son diversas las experiencias y percepciones y también las geografías, (si bien los lugares de procedencia o residencia solo figuran en los casos en los que se hayan mencionado en los textos por los propios autores y autoras de forma explícita). Tampoco figuran biografías ni currículos, pues lo verdaderamente importante en este libro es la materia abordada.
El título de Declaraciones poéticas, con una clara connotación becqueriana, me parece acertado, pues implícitamente se está reconociendo la idea recogida en su poética de que “solo se atreven a definir los que ignoran”. Y, aun así, ¿por qué recurrir a este juego dialéctico, si además “las ideas más grandes se empequeñecen al encerrarse en el círculo de hierro de la palabra”? -tal como afirmó igualmente el propio Bécquer-. Quizás porque, a pesar de la imposibilidad, nuestras vidas no sean más que palabras, palabras pronunciadas con ritmo contra el abismo de nuestra existencia y de nuestra historia, palabras que suenan en un vano sueño de nosotros mismos con aspiración de realidad.
Creo que esta miscelánea de colaboraciones aporta una ecléctica impresión de los límites de un distrito que, de otro modo, quizás resultase aún más inexpugnable. No por ello, dejamos de saber y reconocer que podrían ser otros los sujetos de estas declaraciones y afortunadamente muy poco o nada importaría, porque no importan los poetas: ¡Solo importa la poesía!
Y, a pesar de ello, gracias por haber colaborado en esta cuestión y, por supuesto, gracias, ante todo, por darnos una breve existencia, a través de las lecturas que puedan llegar a efectuarse.
Hay días felices y hoy –no voy a negarlo– es uno de ellos.
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